martes, 19 de febrero de 2013

Stadionpartisanen, una historia de los hooligans en la RDA

Un documento de la Stasi, la policía secreta de Alemania del este, decía en 1982 que "se están apreciando un aumento en las conductas escandalosas en torno al fútbol. Durante los partidos o después de los mismos se producen actos que perturban el orden público y fomentan la delicuencia". Definitivamente algo iba mal en la juventud de la República Democrática Alemana. Harald Wittstock, abogado del Ministerio de Seguridad del Estado por entonces fue el encargado, por parte del gobierno, para vigilar y analizar esta nueva corriente en los estadios de fútbol del país. "Nuestro foco principal de vigilancia se encontró en la afición del FC Unión de Berlin, que fue estudiada intensamente en los años 80. Sin embargo, el Berlín FC se descuidó bastante". Igual fue el primer error, el BFC cayó en una espiral de violencia como nunca antes se había visto en Berlin y su afición entró de lleno en la provocación política.
De hecho, la provocación política y la exhibición de consignas y símbolos nacionalistas fueron utilizados como moneda común de cambio para joder a las autoridades. Los chavales que nacían entre el rio Elba y el Oder tenían su vida controlada y programada desde que nacían y la única vía de escape que tuvieron fue en torno al fútbol.
 Ahora se ha publicado un libro en Alemania, editado por Frank Willmann que analiza el fenómeno de los hooligans en la RDA. Dos docenas de fanáticos de Berlín, Leipzig, Dresde, Magdeburgo, Halle, Jena y Rostock expresan su opinión en el mismo, al igual que periodistas, sociólogos, guardias se seguridad y funcionarios del Estado. Es una obra muy completa que analiza en profundidad el fenómeno de la violencia en los estadios de Alemania del Este, especialmente en el periodo de la década de los ´80.
También hay lugar para las anécdotas en el mismo y para los viajes que podían realizar al área de influencia soviética, como la vez que un seguidor del Hansa pasó una noche en un psiquiátrico de Praga o los locos viajes de los chicos de Dresde a Moscú y Bucarest. Los desmanes en estos viajes europeos, con pubs vaciados sin pagar un duro o supermercados arrasados, obligaron a la RDA a tomar medidas como penas de cárcel y descomposición de los grupos que se estaban formando. Los seguidores del fútbol, casi organizados de manera clandestina resultaron aun más inquietantes para el agónico gobierno de la RDA en aquellos años de cambio.
Como siempre, y para variar, el libro no será traducido al castellano. Otra oportunidad perdida para culturizarnos y formarnos una cultura del fútbol en castellano alejada de Messis y Ronaldos. Que triste.

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